SO-LE-DAD
Qué dulce es la soledad
cuando con Dios se está unida,
qué dulce es la soledad
cuando solo se oye el ruido de su hablar.
Qué dulce es la soledad
cuando a Dios se está sintiendo,
cuando de su amor ardiendo,
se siente el alma inflamar.
Qué dulce es la soledad
y qué dulce es, en silencio,
escuchar lo que el amor
sin palabras va diciendo.
Madre Amalia
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